Las ventas de derechos exclusivos de las apps y las comercializaciones de códigos fuente bien diseñadas son solo dos estrategias de marketing con las que conseguir que las aplicaciones de empresas orientadas a compras online se vuelvan, si no imprescindibles, sí necesarias en manos de los usuarios.
Y es que, cada vez más, las descargas de aplicaciones de marca se realizan por impulso. Paradójicamente, como quieren los promotores de marketing que se usen sus soportes de compra directa en sus catálogos de tiendas online.
Asistimos a un carpe diem móvil, en el que el usuario vive un momento de euforia con la funcionalidad e identidad que les promete la aplicación y publicidad antes de descargarla.
Pero se trata de un entusiasmo que acaba naufragando cuando la app se descubre como una herramienta de marketing dirigido y finalmente termina como un producto más con obsolescencia tecnológica en el cajón de sastre de la memoria del dispositivo móvil.
Pero ¿cuál es el motivo del abandono de esas apps de marca? El motivo no es uno, sino varios. El principal, que las aplicaciones no cubren las verdaderas necesidades de los usuarios.
Motivos secundarios
Dos motivos secundarios que explicarían también la defección de los usuarios serían que esas aplicaciones no proporcionan verdaderas experiencias de uso o no cubren las expectativas puestas en ellas por quienes las hemos descargado.
En el peor de los casos, son soportes publicitarios muy sofisticados que proporcionan pocos rendimientos y aún menos opciones de empleo fuera del entorno digital para los que fueron concebidos.
Por otro lado, tampoco existe un seguimiento, un acompañamiento de mejoras que ofrezca novedades y nuevas experiencias en línea. Lo dicho, poco o ningún valor añadido.
El usuario de estas aplicaciones es nativo de la gametización 2.0 y su lealtad de marca solo se identifica con una verdadera usabilidad y beneficios percibidos como exclusivos.
Aunque el mercado de apps corporativas parece estar muy saturado, aún hay margen para ganar la partida a los usuarios y su lealtad tan esquiva. ¿Cómo? Pues analizando lo que quiere y necesita de verdad el usuario.
Las claves serían ofrecer las descargas de las apps en todos los soportes disponibles, no sólo en las app store; actualizar con regularidad las aplicaciones, como se ha dicho; y que las apps aporten soluciones funcionales, más allá de las marcas, sobre la base de estrategias que ayuden a crear fórmulas de comunicación perdurables, no sobre los productos.
Y lo que señalábamos al inicio, proporcionando al branding opciones para compra y venta de apps verdaderamente útiles, modelos para la venta de códigos fuente, la opción de traspaso de apps con garantía legal y diferentes derechos exclusivos apps para que las empresas puedan abanderar y liderar una relación con sus potenciales clientes prolongada en el tiempo y que vaya más allá de un decepcionante carpe diem móvil.